El año en que nos volvimos vulnerables

Coronavirus.
El autoconfinamiento ataca nuestro lugar seguro: desplazarnos. Los retenes militares, policiales y municipales que con palas bloquean los ingresos. Las calles vacías, el silencio. El enemigo invisible. Como en la primera ola de El Eternauta.

Corre el año 1957. Juan Salvo “corta la semana” una noche. Juega a las cartas con tres amigos en el ático de su casa. De pronto, el silencio. “Aquel silencio total que de pronto había acallado todo rumor era anonadante. Los mil y un ruidos que siempre se oyen en una ciudad, aún en plena noche, habían cesado por completo. La radio estaba muda”.
La ciudad es Buenos Aires, a punto de empezar a darse cuenta que está en medio de nevada que no hiela, pero mata. Es la primera avanzada de una guerra alienígena que así comienza a trastocar la vida cotidiana. La interrumpe, en silencio.
Ataca los lugares seguros: el barrio, el encuentro con amigos, los lazos fraternales tan típicamente latinos y, subrayamos también, argentinos.
El extracto es de una de las primeras viñetas de El Eternauta, la brillante novela gráfica de ciencia ficción que con dibujos de José Solano López, creó Héctor Oesterheld, uno de los artistas desaparecidos durante la última dictadura militar, cuyo 44ª aniversario se cumplió este martes. En alguna medida, todos somos ese Juan Salvo, protagonistas de una historia que se enfrenta al inesperado giro del aislamiento, del silencio de las calles. Del corte abrupto de rutinas cotidianas. Para muchos, lo único que da sentido a la vida. El autoconfinamiento ataca nuestro lugar seguro: desplazarnos. Los retenes militares, policiales, municipales con palas mecánicas bloqueando los ingresos, las calles vacías, el silencio. El enemigo invisible. La guerra en la que, según el psicólogo Diego Sehinkman, nosotros somos las bombas. Porque podemos propagar un enemigo invisible. Aún sin saberlo.
Hace 60 años el epicentro del ataque era el barrio. Nuestro lugar en el mundo. En el siglo XXI, el mundo es nuestro lugar. Nuestro barrio es la aldea global. Pero los cimientos de esa aldea están en nuestro entorno. Entonces, es verdad. La guerra es total, es global.
Y por primera vez las naciones tienen la oportunidad de combatir globalmente un mal endémico. Sin regirse por la noción de interés nacional. Mas allá de sus objetivos geopolíticos. “¿Todo el mundo está como nosotros?”, me pregunta mi hijo Camilo, de 9 años. “Prácticamente todo el planeta. Te vas a acordar de esto toda la vida. Todo nuestro planeta está peleando contra lo mismo, al mismo tiempo”, le digo. Trato de sonar convincente.
El emprendedor y diputado tucumano Facundo Garretón comparó el golpe económico que acusaron los mercados internacionales en todas las crisis modernas y según el resultado de esa comparativa, se está registrando la caída más rápida de la historia. ¿Se recuperará el mundo? ¿Se recuperará este año? “Nunca antes se perdió tanto valor en tan poco tiempo como en la crisis actual. Sin dudas el impacto de la economía será más fuerte que el virus. ¿Qué dice el pasado?”, se pregunta desde su cuenta de Linkedin.
En una gráfica en la que toma como debacle madre a la crisis financiera de 1929, Garretón estima que “estamos ante una inminente recesión global, la más rápida de la historia. Una vez que la transmisión del #covid-19 se encuentre en una situación más controlada, empezaremos a hablar de despidos masivos, empresas en bancarrota, desaparición de aerolíneas, desempleo, falta de liquidez, e insolvencia de los países. El impacto económico del covid-19 será de proporciones extraordinarias. ¿Estamos preparando para lo que se viene?”. El espejo que todavía no estamos conscientes para asomarnos. Requerirá de esfuerzos y medidas probablemente nunca vistas.
Para Argentina, país riesgoso y con fama de defaulteador en los mercados internacionales de crédito, la situación puede ser inédita en ese sentido también. Por ejemplo, en este que parece ser el peor momento, el Banco Mundial acordó con Argentina el desembolso de fondos por 300 millones de dólares para ayudar a familias de bajos recursos en medio de un brote de coronavirus que podría ahondar la crisis económica que ya sufría el país. Los créditos son uno en 2020 por 165 millones de dólares y otro en 2021 por 135 millones”, según reza el comunicado de prensa. Parece visto que a pesar de todo, hay ayuda que vendrá del organismo que nació tras la Segunda Guerra Mundial, creado específicamente para esto.
Pero lejos de esas cavilaciones, nuestro día a día se resuelve en batallas múltiples. Silenciosas. La batalla contra el virus, que nos arrebató la sensación de que nuestra vida está bajo nuestro control, la batalla contra el mal momento de la economía. La batalla contra los vivos que se aprovechan de eso, aumentándonos los precios o cobrándonos el Pack Fútbol cuando no hay partidos. Nuestra batalla también está ahí: contra los inescrupulosos.
Fuente: rosario3.com