Del “Extra omnes” al “Habemus Papam”: el latín protagonista de la elección papal

Desde la entrada en la Capilla Sixtina hasta el anuncio desde la Logia de la Bendición, durante siglos ha sido la lengua latina la que ha marcado los momentos decisivos en la elección del Papa. Pero en el caso del «nombre pontificio» no hay una única opción.
Si en las Congregaciones Generales de los cardenales, a quienes se confía el gobierno durante la “sede apostolica vacante”, hay un servicio de traducción simultánea, en la Capilla Sixtina, del Extra omnes, al Habemus papam, el latín vuelve a ser el protagonista, como idioma oficial de la Iglesia católica.
En el Palacio Apostólico, todo el ceremonial de la entrada al Cónclave, con los cardenales electores desplazándose en procesión desde la Capilla Paulina hasta el Sacellum Sixtinum, el canto de las Letanías de los Santos, seguido del Veni Creator Spiritus, hasta la fórmula del juramento sobre el Evangelio de cada cardenal, y luego la invitación a los no autorizados a abandonar el lugar que será “cerrado”, está marcado por fórmulas latinas establecidas por el Ordo rituum conclavis.
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Extra Omnes
Se trata de “términos tradicionalmente nacidos y utilizados en lengua latina, transpuestos y conservados a lo largo de los siglos para regular y definir con precisión estos pasajes cruciales de la vida de la Iglesia”, explica el padre Davide Piras, que forma parte del equipo de scriptores de la Oficina de las Letras Latinas del Vaticano.
El Extra omnes (Fuera todos), que en la tarde del 7 de mayo será dicho por el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, el arzobispo Diego Ravelli, al final del juramento del último de los cardenales electores, es una invitación a los extraños al Cónclave para que abandonen la Capilla Sixtina, ya que la elección papal es secreta.
“Es una preposición seguida del caso acusativo que ordena a todas las personas no autorizadas presentes que abandonen el lugar que está a punto de cerrarse”, explica Piras. “La frase solía pronunciarse al comienzo del Consistorio secreto y en los momentos iniciales de la asamblea conciliar, con la misma invitación a abandonar el lugar a los no autorizados”.
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Eligo in Summum Pontificem…
Incluso la papeleta utilizada en la Capilla Sixtina, según las disposiciones de la Constitución Universi Dominici Gregis, debe llevar las palabras latinas Eligo in Summum Pontificem (Elijo al Sumo Pontífice) escritas en la mitad superior, mientras que la mitad inferior se deja para el nombre de la persona elegida.
Si, al final del recuento de los votos, los tres cardenales escrutadores comprueban que uno de los electores ha obtenido al menos dos tercios, la elección del Papa es canónicamente válida. El Cardenal Decano, o el primero de los Cardenales por orden y antigüedad, pide el consentimiento de la persona elegida de nuevo con una fórmula latina Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem? (¿Aceptas la elección como Sumo Pontífice?) y a una respuesta afirmativa, añade: Quo nomine vis vocari? (¿Cómo quieres ser llamado?), pregunta a la que el elegido responde con el nombre pontificio.
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“¡Tenemos Papa!”
A continuación, el primero de los Cardenales Diáconos, el Protodiácono -para este Cónclave el Cardenal Dominique Mamberti- será el encargado, según el n.74 del Ordo Rituum Conclavis, de anunciar desde la Logia del Aula de la Bendición de la Basílica Vaticana, la elección y el nombre del nuevo Pontífice, quien, inmediatamente después, impartirá la Bendición Urbi et Orbi.
“El texto latino del llamado Habemus papam -asegura Piras- se inspira en parte en el capítulo 2 del Evangelio de Lucas, que relata las palabras del Ángel que anuncia a los pastores el nacimiento del Mesías. La adopción de esta fórmula es ciertamente anterior a 1484, año en que es seguro que se utilizó para la elección de Giovanni Battista Cybo, que tomó el nombre de Inocencio VIII”.
“Se remonta a la elección del papa Martín V en 1417, explica el redactor de la Oficina de Letras Latinas. Antes de él, de hecho, había habido hasta tres papas que reclamaron la legitimidad de su cargo pontificio en ese atormentado periodo, debido a vicisitudes vinculadas al Concilio de Constanza”. “El anuncio -añade don Piras- podía, por tanto, en aquellas circunstancias, sonar también a: ‘¡Por fin tenemos un papa, y sólo uno!'”.
En palabras de Pablo VI, un aspecto crucial del servicio del Obispo de Roma: “Me siento padre de toda la humanidad”.
Habemus Papam
La fórmula completa incluye las palabras latinas: Annuntio vobis gaudium magnum: ¡habemus Papam! Eminentissimum ac Reverendissimum Dominum, Dominum (y aquí va el nombre de pila del elegido en acusativo), Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem (aquí va el apellido del elegido no traducido al latín), qui sibi nomen imposuit (y aquí va el nombre pontificio, seguido del número ordinal, si lo hay). Fórmula que se puede traducir al italiano: “Les anuncio una gran alegría: ¡tenemos Papa! Es el eminentísimo y reverendísimo señor, señor … , cardenal de la Santa Romana Iglesia… quien ha elegido el nombre …’. Pero la elección del caso latino en el que se anuncia el nombre del Papa no es única.
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Fórmulas diferentes, pero todas correctas
“Si consideramos el siglo pasado y el actual, señala don Piras, el anuncio del nombre pontificio del nuevo papa se hizo al menos tres veces -para Pío XII, Pablo VI y Francisco- utilizando el caso ‘acusativo’ latino y, por tanto, las expresiones Pium, Paulum y Franciscum. Mientras que cuatro veces, para la elección de Juan XXIII, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI, el protodiácono utilizó el ‘genitivo efesiegético’ y, por tanto, las fórmulas Ioannis, Ioannis Pauli y Benedicti“.
“El genitivo “efesiegético” -continúa explicando el latinista de la oficina vaticana- es el uso propio del complemento de especificación, ya que determina un concepto genérico. Cuando, por el contrario, se utiliza el acusativo, el nombre del papa es gramaticalmente una aposición y tiene el mismo caso que el nombre al que se refiere, a saber, nomen, en el caso de la fórmula papal”.
“Retrocediendo aún más en el tiempo, añade el scriptor, “descubrimos que en el siglo XIX para la elección de León XIII y Pío IX el nombre papal se anunciaba con el caso nominativo -de ahí Leo y Pío- como apositivo del sujeto aquí. Una elección gramatical que también se hizo en siglos anteriores. Se trata en todos los casos de fórmulas correctas, por tanto alternativas, aunque para algunos sería preferible el acusativo por una cuestión de estilo”.
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El número ordinal
“En cuanto al número ordinal, concluye el P. Piras, la costumbre establece que sólo debe pronunciarse si el Papa electo no es el primero en llevar ese nombre pontificio. Pero incluso aquí ha habido variaciones. En el caso de Pío XII, el protodiácono Camillo Caccia Dominioni omitió el ordinal, mientras que en 1978 el cardenal Pericle Felici lo añadió en el anuncio de Juan Pablo I – Ioannis Pauli primi – y lo omitió para su sucesor Juan Pablo II”.
Ese “tesoro” de la lengua latina
Se trata de elecciones realizadas sobre el terreno que caracterizaron momentos históricos que han permanecido en la memoria colectiva de creyentes y no creyentes. Momentos en los que la lengua latina se confirmó no sólo como “tesoro del saber y del pensamiento”, como afirmó el Papa Francisco, sino también como protagonista de la vida de la Iglesia con su tradicional solemnidad y belleza.
Fuente: Fabio Colagrande – Ciudad del Vaticano