Las últimas horas de la Guerra de Malvinas: la resistencia argentina y el subteniente que murió aferrado a su fusil

En la madrugada del 14 de junio de 1982, mientras una inminente rendición se avecinaba, en distintos puntos de las Islas Malvinas aún se combatía con intensidad. En una colina azotada por el viento austral, un joven subteniente argentino —cuyo nombre quedó grabado en la memoria de sus compañeros— murió aferrado a su fusil, defendiendo su posición hasta el último aliento. Su historia, símbolo de coraje y entrega, resume la dramática última jornada de la Guerra de Malvinas.
14 de junio de 2025 – A 43 años del final del conflicto
El final de una guerra corta pero brutal
La Guerra de Malvinas había comenzado el 2 de abril de 1982, cuando fuerzas argentinas desembarcaron en las islas ocupadas por el Reino Unido desde 1833. Lo que siguió fue una guerra breve, de apenas 74 días, pero profundamente dolorosa. Murieron 649 soldados argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños.
El 14 de junio marcó el fin oficial del conflicto. Ese día, el general Mario Benjamín Menéndez firmó la rendición ante las fuerzas británicas comandadas por el general Jeremy Moore. Sin embargo, en los cerros que rodeaban Puerto Argentino (Stanley), varios focos de combate continuaban, incluso mientras los mandos superiores negociaban los términos del cese del fuego.
La resistencia final
Uno de los escenarios más sangrientos de esas últimas horas fue el combate en el Monte Tumbledown, Mount William y Wireless Ridge. Allí, soldados argentinos resistían a una ofensiva británica intensiva, con artillería, infantería y apoyo aéreo. En medio del repliegue general, algunas unidades eligieron no rendirse, cumpliendo literalmente con el juramento de defender la patria hasta perder la vida.
Fue en ese contexto que se conoció el caso de un subteniente —algunos lo identifican como el subteniente Juan José Arrarás, aunque hay versiones encontradas— que murió combatiendo hasta el final, sin abandonar su puesto. Según testimonios recogidos años después, fue hallado sin vida tras la rendición, con su arma todavía en las manos y su cuerpo en posición de combate.
“Murió como un verdadero soldado”, recordaría tiempo después uno de sus camaradas. “No se movió, no retrocedió, no se rindió. Peleó hasta que no pudo más”.
Memoria y legado
La historia de este subteniente se ha convertido en un emblema de la resistencia argentina en Malvinas. A pesar de la derrota militar, gestos como el suyo reflejan la dimensión humana del conflicto y la valentía de muchos jóvenes soldados, la mayoría de ellos de entre 18 y 20 años, enviados a combatir en condiciones precarias, mal alimentados y con escaso equipamiento frente a una potencia militar como el Reino Unido.
Cada 14 de junio, Argentina recuerda no sólo el final de la guerra, sino también a sus héroes, caídos y sobrevivientes. Monumentos, placas y actos en escuelas y plazas de todo el país rinden homenaje a aquellos que dieron su vida por una causa que aún hoy, más de cuatro décadas después, sigue generando debate, reflexión y, sobre todo, memoria.
Una historia que no debe olvidarse
Las últimas horas de la Guerra de Malvinas condensan todo el dramatismo de una guerra que marcó a generaciones enteras. El gesto solitario y silencioso de un subteniente aferrado a su fusil simboliza la entrega de cientos de jóvenes que, lejos de su hogar y en condiciones extremas, dieron lo mejor de sí.
En un país que todavía busca sanar heridas abiertas, recordar estos actos de valor es también una forma de construir memoria colectiva. Porque la historia, cuando se cuenta con verdad y respeto, no sólo honra a los que ya no están: también educa a los que vendrán.



