Arakaé: la voz indómita de los fogones ranqueles

Mucho antes de que la historia oficial hablara de campañas, tratados o líneas de frontera —es decir, antes de la avanzada criolla del siglo XIX y las expediciones militares—, en las tolderías del sur resonaba un nombre entre las brasas del fogón: Arakaé. No empuñaba lanza como los caciques, pero su palabra tenía filo. No vestía de guerra, pero su voz era escuchada por guerreros. Arakaé fue una mujer sabia, consejera, mediadora y guía espiritual del pueblo ranquel.
Los ranqueles —pueblo originario del centro-oeste argentino, con presencia en La Pampa, San Luis, Córdoba y el norte de la Patagonia— formaban parte del tronco mapuche-araucano, aunque con fuertes influencias tehuelches. Su idioma, el ranquelche o mapudungun, era compartido con otros pueblos de la Araucanía. Según registros arqueológicos y etnohistóricos, los ranqueles habrían migrado hacia la región pampeana entre los siglos XVII y XVIII, tras procesos de araucanización cultural.
Su estructura social era horizontal, con liderazgos repartidos entre lonkos (jefes), machis (curanderos o guías espirituales) y ancianos que conformaban consejos. Allí, las mujeres ocupaban un rol fundamental: eran sanadoras, parteras, guardianas de la palabra y del conocimiento ancestral. Arakaé destacó entre ellas por su capacidad de mediación, por su sabiduría en los momentos de crisis, y por su negativa a someterse a las lógicas de dominación externas e internas.
Cuando los malones y las alianzas entre pueblos eran necesarios para resistir el avance de las tropas criollas y chilenas en el siglo XIX —en especial durante la Campaña del Desierto—, Arakaé no dirigía combates, pero decidía cuándo era mejor negociar, cuándo guardar silencio y cuándo hablar. Su voz era respetada incluso por los caciques más experimentados. Las abuelas ranqueles dicen que no tenía miedo de decirle al guerrero que bajara el arma si el alma estaba herida.
Guiaba no solo a los vivos, sino que sabía escuchar a los ngen, los espíritus tutelares del monte y del agua.
No hay registros escritos sobre su existencia: su historia vive en la tradición oral. Sin embargo, su figura trasciende el mito. En las ceremonias del ngillatun —rito comunitario de rogativa y agradecimiento a los espíritus y a la Ñuke Mapu (Madre Tierra)— su nombre aún se pronuncia. En las tramas del telar, en las canciones que acompañan los partos, en los relatos que se murmuran junto al mate, Arakaé sigue presente.
Vivía en una ruka, vivienda construida con ramas, cueros y barro, en torno a la cual se organizaba la vida comunitaria. Enseñaba a las niñas a hablar con las plantas y a los niños a respetar el silencio del monte. Sabía leer los signos del cielo, curar con raíces y sanar con palabras. Se decía que cuando ella hablaba, el viento se detenía a escucharla.
En un tiempo en que la mujer era frecuentemente reducida a los márgenes por la mirada colonial, Arakaé resistió desde la palabra. No aceptó ser invisibilizada ni desplazada del espacio público de su comunidad. Representa a todas aquellas mujeres que se negaron a obedecer órdenes que las alejaban de su esencia, que resistieron desde el saber, desde el cuidado de la tierra, desde la dignidad.
Hoy, cuando los pueblos originarios reclaman sus derechos, cuando las comunidades ranqueles se reencuentran con su lengua, su espiritualidad y su territorio, Arakaé vuelve a estar en el centro. No como estatua, sino como ejemplo. No como mito distante, sino como semilla de una rebeldía viva.
Porque hay nombres que no se escriben con tinta, sino con fuego.
Arakaé no fue derrotada: se hizo voz que guía en cada lucha colectiva.
Y cuando el viento del sur sopla entre los caldenes, todavía se oye su voz diciendo: “no hay lanza más firme que la memoria”.
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Bibliografía sugerida:
Lucio V. Mansilla – Una excursión a los indios ranqueles
Editorial Plus Ultra, varias ediciones (1870 original).
Descripción etnográfica directa del mundo ranquel. Aunque escrita desde una mirada criolla y patriarcal, contiene referencias a la estructura social y a la vida en las tolderías.
Bórmida, Mariano – Los Ranqueles: aspectos de su cultura
Revista del Museo de La Plata, 1964.
Uno de los estudios más detallados sobre la cultura ranquel, su organización social, religión, medicina y costumbres.
Mariluz Urquijo, José Luis – Documentos para la historia de los pueblos originarios argentinos
Fundación Ameghino / CEAL, 1980.
Recopilación de fuentes coloniales e informes militares que permiten entender los procesos de resistencia indígena.
Radovich, Juan Carlos – Sociedad y cultura ranquelina: una aproximación desde la arqueología y la historia
En Arqueología y etnohistoria del sur de Mendoza y norte de Neuquén, 1992.
Reflexión interdisciplinaria sobre la identidad ranquel y su evolución.
Briones, Claudia – La alteridad del “cuarto mundo”: una deconstrucción antropológica de la diferencia
Editorial Eudeba, 1998.
Analiza el lugar de la mujer y el valor de la oralidad en las comunidades indígenas del Cono Sur.
Lenton, Diana – Políticas indígenas en la Argentina: historias de exterminio, resistencias y reemergencias
En varios artículos del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI).
Reconoce la importancia de la memoria oral y del rol femenino en las resistencias culturales.
Testimonios orales contemporáneos
Recogidos en talleres, entrevistas y ceremonias con comunidades ranqueles de La Pampa y San Luis. Muchas referencias a figuras como Arakaé provienen de la transmisión oral de abuelas machi y educadoras interculturales, especialmente durante celebraciones del ngillatun o encuentros de educación indígena.
📌 Nota aclaratoria sugerida para el artículo:
La figura de Arakaé no se encuentra documentada en archivos escritos coloniales ni republicanos. Su existencia es reconocida en el marco de la tradición oral ranquel, transmitida de generación en generación. Este artículo se apoya en estudios sobre la estructura espiritual, social y simbólica del pueblo ranquel, así como en testimonios de mujeres indígenas actuales que mantienen viva su memoria.
Foto del escritor: Roberto Arnaiz
Roberto Arnaiz
(www.robertoarnaiz.com/blog)
(www.robertoarnaiz.com)
Por: Foto del escritor: Roberto Arnaiz