Las primeras comidas del Bebé
Nutrición.
Los dos primeros años de vida son fundamentales en el desarrollo del niño. La manera de alimentarse va a repercutir directamente en el crecimiento, desarrollo y estado de salud de esa persona.
La alimentación complementaria va tomando importancia de manera gradual y se adapta al bebé en cantidad y variedad. Al igual que con la lactancia materna, los bebés decidirán la cantidad que deseen comer.
Existen muchas pautas orientativas sobre el orden y el modo de introducir los alimentos, en ocasiones, estas recomendaciones se aplican de manera demasiado rígida y pueden desnaturalizar un proceso que debería ser flexible e individualizado según las necesidades de cada niño.
Un punto clave es que el momento de comer tiene que ser un momento de disfrute en esta etapa.
¿CÓMO EMPEZAR?
Tiempo atrás había muchas normas en relación a los alimentos; ahora sabemos que a la hora de dar alimentos a los bebés, solo hay una regla: ofrecer los alimentos de uno en uno.
Hasta los seis meses de edad la alimentación se basa en la lactancia materna. Luego hay que introducir paulatinamente alimentos que complementan a la leche materna.
Durante la alimentación complementaria pueden surgir dos capacidades innatas del bebé que influyen en este proceso: la neofobia alimentaria y la autorregulación energética.
¿Qué es la autorregulación energética? Los niños muy pequeños poseen la capacidad de ajustar el aporte alimentario en función de su contenido energético, según las necesidades calóricas que tengan.
Numerosos estudios insisten en la importancia de prestar atención a algunas conductas inapropiadas de padres y madres que sobrealimentan, lo que deteriora los mecanismos de autorregulación energética de los niños. Se detectan numerosos casos de desequilibrio energético entre las necesidades reales y el peso que presentan algunos niños.
¿Qué es la neofobia alimentaria?. Es la reticencia a probar nuevos alimentos. Las razones por lo que los niños rechazan los alimentos son: la sensación de desagrado a los nuevos alimentos, la sensación de peligro al probarlos y la sensación de repugnancia.
No todos los bebés presentan un mismo nivel de neofobia, ya que ésta puede presentar características individuales según el tipo de personalidad y las experiencias previas obtenidas a través de la madre.
A nivel general, la neofobia alimentaria va unida a un prejuicio de palatabilidad negativa, es decir se presupone que todo nuevo alimento tendrá un sabor desagradable. Ello, favorece el cambio de opinión ante experiencias positivas, por lo que se sugiere fomentar el consumo de nuevos alimentos en esta etapa.
La edad en la que aparece la neofobia alimentaria coincide con el inicio de la introducción de la alimentación complementaria (después de los seis meses) y disminuye con la edad, aunque estudios realizados muestran que hay un período crítico para el aprendizaje de nuevos alimentos que tiene lugar durante la primera infancia (anterior a los 24 meses) en la que los bebés se sienten protegidos por sus padres y son más receptivos, mientras que pasado ese período, si no han adquirido el hábito de experimentar con los nuevos sabores, la neofobia se hace más resistente.
También se sabe que la alimentación de la madre influye, una dieta rica en todo tipo de sabores durante el embarazo y el período de lactancia, favorece que dichos sabores se transmitan al bebé a través del cordón umbilical y de la leche materna, facilitando una mayor aceptación al ofrecérselos posteriormente.
CONSEJOS PRÁCTICOS
El momento de la alimentación debe ser un momento de placer en el que se saborean y disfrutan los alimentos en familia.
Optar siempre por una alimentación sana y equilibrada para incluir todo tipo de nutrientes.
Un buen clima familiar hace que el bebé se sienta seguro y favorece la introducción de los nuevos alimentos.
Es bueno seguir un ritmo. Es decir ofrecerle la comida en horarios más o menos regulares, con tranquilidad y buena convivencia, aprovechando ese momento privilegiado de relación afectiva.
Si al ofrecerle el nuevo alimento logramos despertar su curiosidad, eso ayudará a que se muestre más confiado y receptivo.
Recuerde que lo normal es que no le guste el nuevo sabor y que puede necesitar un tiempo para aceptarlo. Algunos niños pueden llegar a probarlo de 10 a 15 veces antes de que lo ingieran con gusto.
Para que el pequeño vaya conociendo sus preferencias y sus propias sensaciones es fundamental el aprendizaje de los sabores y la identificación de texturas, colores y olores implicados en la alimentación.
Recordar que las personas de referencia representan un modelo a imitar, por ello, es mucho más probable que pruebe, acepte e incorpore en su alimentación habitual aquellos alimentos que observan comer con disfrute a sus allegados.
Los niños pequeños son muy sensibles a cualquier estímulo que les llame la atención, por lo que cualquier aparato como el teléfono móvil, la tablet o el televisor pueden desviar su atención.
Evitar dar a los niños jugos, gaseosas, facturas, galletitas, chocolates, golosinas, salsas o chips que enmascaren el sabor real de los alimentos. Es mejor que el consumo de estos alimentos sea excepcional y se den en pequeñas cantidades, ya que aportan demasiadas grasas, azúcar y sal perjudicial para el organismo.
Recordar que el agua no es necesaria durante el período de la lactancia materna exclusiva, que se recomienda hasta los seis meses de edad. Pasada esta etapa, los niños pequeños pueden tener dificultades para reconocer la sensación de sed, por lo que hay que ofrecer agua segura varias veces al día; y aumentar la frecuencia, si hace calor o cursa un cuadro febril.
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