Los chicos, en tiempos de coronavirus

Coronavirus.
El aislamiento impuesto para mitigar la propagación del Covid-19 genera un reacomodamiento de la vida familiar en el que hace falta tener en cuenta especialmente a los chicos. Para lograrlo, aporta algunos consejos la psicopedagoga María Zysman.

Vivimos en todo el mundo una situación inédita, para la cual no hay manuales. Tanto que el propio infectólogo Pedro Cahn sostiene que “estamos escribiendo la obra en el escenario”. Escuelas, cines, teatros e instituciones cerrados, con todos los proyectos que ellos implican, postergados. Viajes cancelados, incertidumbre generalizada y, en este escenario, niños, niñas y adolescentes que nos miran y necesitan más lúcidos y disponibles que nunca.
Nos vemos forzados a recluirnos en casa, sin plazas ni paseos. ¿Qué hacemos? ¿Cómo acompañamos y sostenemos a los chicos? Sin pretender dar consejos puntuales, propongo pensar estrategias y ofrecer recursos. Frente a esta emergencia busquemos oportunidades, desarrollemos nuestra creatividad y apelemos a la mayor flexibilidad que nos sea posible.
Si somos de los privilegiados que podemos trabajar desde casa y tenemos niños pequeños, es hora de pensar nuevas rutinas. Para ello, empecemos por hablar con nuestros hijos para explicar la nueva situación. ¿Cómo hacerlo?
• Partir de lo que los chicos ya saben: ¿qué escuchaste?, ¿qué te preocupa?
• Responder a sus preguntas sin dar información de más
• No anticipar emociones: en lugar de decirles ¿tenés miedo? preguntemos ¿qué sentís?
• Adaptar nuestro vocabulario a la edad de los niños
• Ofrecer alternativas: si no se puede ir a la plaza, podemos hacer circuitos en el piso de casa (con cinta de pintor, por ejemplo) u organizar una búsqueda del tesoro.
Los chicos necesitan que les expliquemos la situación para comprender por qué hay que lavarse las manos tan frecuentemente, quedarse en casa, toser en el codo… Y además, ellos perciben permanentemente nuestra preocupación.
Estemos disponibles para contener a los chicos. Posiblemente se enojen, estén irritables, demandantes, inquietos, y es lógico que así sea. Si a los adultos nos cuesta aceptar los nuevos límites, imaginemos lo que sienten ellos. Tendremos que acompañar las rabietas y ofrecer alternativas.
Las escuelas enviarán actividades a casa: tareas de diverso tipo y complejidad aparecen como un nuevo peso para muchas familias. Lo mejor es organizar nuevas rutinas, con un tiempo para la tarea, otro para el juego, descanso, alimentación… Cada familia se organizará acorde a sus propios recursos y modalidad y, si alguna tarea escolar queda incompleta, no es grave. Hoy prioricemos los vínculos.

Involucrar a los chicos en las tareas hogareñas es fundamental. Desde chiquitos pueden ocuparse de guardar su ropa, lavar sus juguetes, ordenar luego de jugar. Participar en el cuidado del espacio familiar es también una forma de cuidarse.
Si nuestros hijos son adolescentes, no es momento de quejarnos porque están demasiado conectados a su celular. Es su modo de estar con amigos, intercambiar emociones, mantener sus vínculos. Seamos flexibles y habilitemos un poco más de pantallas.
Lo mismo vale para los más chicos. En este caso, lo importante es que compartamos ese uso, que puede servirnos para conocer mejor los juegos, aplicaciones, ídolos de nuestros hijos. La tecnología, en este momento, sirve de puente emocional: nos conecta con los otros, nos contiene y acerca. Nos ayuda a que el aislamiento sea físico, pero nunca afectivo.

La cuarentena es un límite. Pocas veces tenemos una oportunidad tan clara de entender que los límites cuidan, que un NO nos protege, que aceptar la frustración nos vuelve más fuertes y resistentes. Desde la cuarentena también podemos ser solidarios, tejer redes, desarrollar nuestra creatividad y generar sostén para quienes lo necesitan.
Sepamos que, aunque en esta situación tengamos que minimizar el contacto físico, el otro nunca es un virus. Y que cuidándome, cuido a los demás.
*María Zysman es Directora de Libres de Bullying Es psicopedagoga. Autora de “Bullying. Cómo prevenir e intervenir en situaciones de acoso escolar” y “Ciberbullying. Cuando el maltrato viaja en las redes”, de Editorial Paidós.
Fuente: Télam/María Zysman